Personalmente pienso que una de las cosas que ha podido matar la Vuelta ha sido el coordinarla. Esto, el año pasado, convirtió algo que siempre fue festivo y espontáneo en una especie de obligación férrea que al final no gustó a nadie, porque bastante tenemos con las obligaciones diarias para incluir una más y encima a empujones. Quede claro que esto no es una crítica al coordinador, sino al hecho de coordinar una cosa que siempre funcionó y bien sobre todo por el hecho de ser como era. Al final, cada uno tiene su opinión de cómo hay que organizar las cosas, opinión que muchas veces no funciona, y a las pruebas me remito.
Luego está el tema del plazo. Todas las anteriores ediciones se ha acabado en el año siguiente, y la única prisa era por poder reunirnos en febrero y entregar premios y demás. Pero claro, ahora es como si febrero hubiese sido borrado del calendario, y el año pasado la fecha límite era tan fija como agobiante. De nuevo se pisoteaba el espíritu original de la Vuelta, con unas presiones que llegaron a generar mal rollo. Creo sinceramente que no hacía falta llegar a estos extremos.
Pero hay más aún. Quizá nos hemos aburguesado bastante. La inmensa mayoría de las salidas que hemos hecho este año han sido con motos gordas (y yo el primero, ojo) que también está muy bien, pero en mi caso he tenido muy abandonada a mi pobre Mercurio aunque, eso sí, en manos de un amigo, que son las mejores manos junto a las propias. Esta deuda es entre ella y yo, pero sé seguro que tendré su perdón y esa fidelidad que durante tantos quilómetros me ha dado a cambio de muy poca gasolina y tranquilas jornadas de trapo y aceite algunas tardes de verano, y siento que tendré que pagarla el año que viene.
Por ello, he tomado una decisión: mi moto y yo no vamos a dejar morir la Vuelta. Comprendemos que a casi nadie le interesa ya participar, por lo que estamos dispuestos a hacerla solos ella y yo: seguro que las pegas se nos diluyen por el camino. Lo que si necesito es la colaboración de quienes así lo deseen para dar cobijo a mi Mercurio entre etapa y etapa. Así, cuando llegue a un sitio, poder dejarla a buen recaudo esperando el día de la siguiente etapa y, si es necesario, con una pequeña ayuda técnica si algún problema mecánico lo requiriese. Esto incluiría mi remolque, pues la idea es llevarla a remolque hasta la primera etapa y luego mi mujer vendría detrás de mí con el coche y el remolque haciendo de coche escoba. Al final de la etapa, quedarían guardados moto y remolque, nosotros volveríamos a casa en coche y a la siguiente recogeríamos el remolque y nos pondríamos en camino de nuevo.
Evidentemente, no me da para recorrer todas las provincias, pero con bastante tranquilidad puedo hacer una etapa por mes de 250 km, lo que hace un total de tres mil quilómetros, que es más que suficiente para cruzar la península de punta a punta.
Lo siguiente es confeccionar una ruta, y para ello requiero de vuestra colaboración: necesito saber quiénes pueden acogerme y/o acompañarme, para ver cuáles son los puntos y hacer una previsión de fechas.
No quiero que nadie piense que se trata de excluir a nadie, tan solo he cogido algo que estaba por ahí y me he empeñado en volver a disfrutar de ello como siempre lo he hecho.
Muchas gracias, majetes.